Antonio Pilara
Rodeado por la
espesura, caminaba con los músculos tensos, su instinto, le decía que su
ansiada presa estaba cerca.
Habían sido días
fructíferos, se sentía satisfecho de su éxito en este safari, con el correr de
los años, ya había obtenido las piezas que siempre había deseado, pero le
faltaba un trofeo, siempre, ya al alcance de su mira su objetivo se escabullía,
lo único que le interesaba era su piel, la piel de una leona. Estaba en sus
pensamientos cuando de golpe frente a él, la vio; apresto su arma, pero algo lo
contuvo en disparar.
La vio sentada, con
un porte arrogante y escuchó una voz pausada y tranquila.
_ ¿Porque no
disparas? _ Se volvió para ver quien era la intrusa dentro de su coto, pero
noto que estaba solo, y volvió a escuchar esa voz.
_ Por primera ves
estas frente a mí... me estas mirando yo la que te habla.
Sin bajar el rifle,
la miro con desconcierto y pensó.
_ “El calor me está
jugando una mala pasada. _ Volvió a mirar a su alrededor y casi gritando.
_ El gracioso que
se oculta, le ordeno que se muestre.
_ No hay nadie,
solo estamos tú y yo,... hace días que vengo observándote. _ En ese momento se
percato que la voz provenía del animal y con una sonrisa llena de sarcasmo se
dijo para sí.
_ Estoy delirando,
los animales me hablan.
_ No estas
delirando y si los animales hablan, lo que pasa que el hombre nunca presto
atención en ese ínfimo detalle, pero te puedo decir que algunos de tu especie
si nos entienden y se comunican con otras especies.
No sabia, porque
todavía se quedaba frente al animal, éste lo miraba casi con compasión,
mientras mantenía su porte, y con calma le dijo para tranquilizarlo.
_ Créeme, no estas
loco, no hay nada raro en lo que te está sucediendo,... estabas buscándome para
matarme y llevarte un trofeo para demostrar tu valentía ante tus amigos, quizás
para mostrar tu superioridad en una sociedad llena de actitudes que solo lo han
llevado a un punto critico. El cazador molesto le pregunto.
_ ¿Si eres real
como tu dices,... ¿porque no me has atacado?
La voz sonó
risueña.
_ No tengo
necesidad de atacarte, no te necesito como trofeo, ni tampoco como sustento,
pero si tu necesitas matarme.
Se quedo pensativo
y pregunto con sorna.
_ ¿Porque no
necesitas matarme?
_ Muy simple, yo
mato para comer, y tu no. ... ¿Porque he de matarte?
_ Eres un animal
salvaje.
_ ¿Tu que eres?
_ Soy un hombre,
soy un ser racional.
_ Y yo soy una
leona, perteneciente a la especie de los felinos, pertenezco al reino animal
como tu. ... ¿Puedo hacerte una pregunta?.
Se quedo unos
instantes mirándola y contestó.
_ Sí.
_ ¿Me temes?
No contestó se
quedó mirándola y con cierta vergüenza le contestó.
_ Si te temo
_ Bien eso
demuestra que eres el hombre.
El cazador levantó
el arma y gritó.
_ Basta con toda
está estupidez, vine a matarte y eso haré.
Con tranquilidad le
dijo.
_ Antes de apretar
el gatillo, por favor concédeme una última pregunta.
Sin dejar de
apuntar le contestó.
_ Hazlo de una vez.
_ ¿Tus hijos me
temen?
Él la miró sin
mirar, su mente lo transportó hasta su lejano hogar, bajó el arma y mirándola
con suficiencia le contestó.
_ Lógicamente que
te temen, eres una bestia salvaje, han visto a tus semejantes atacando a otras
bestias, matándola sin compasión.
_ El temor de los
niños se lo contagian sus mayores, lo niños tienen el alma limpia de temores,
comprenden nuestras luchas,... matamos al más débil, su carne alimentara a
nuestros hijos, pero mi carne no alimentara a los tuyos, mi piel no los
abrigara, solo alimentaras tu ego, tu vanidad. El hombre mata solo por el hecho
de matar.
_ Basta. _ El grito
resonó en la sabana y la leona con tranquilidad le dijo.
_ Has lo que tengas
que hacer, ¿pero sabes porque me matas?
_ Si,... porque soy
el hombre ante la bestia. _ Y disparó, el eco del disparo recorrió la pradera,
la leona cayo, el cazador se acerco con cautela y observo que estaba
agonizando, ésta lo miro con ojos llenos de compasión y con el último aliento
le dijo.
_ Sabes,... moriré
feliz, gracias a mi muerte el hombre seguirá siendo el hombre,... Que pena.
FIN
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