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CON LOS LIBROS, PARA LOS LIBROS, POR LOS LIBROS. si tu intención es escribir, hazlo con sencillez y claridad; la elegancia déjasela al sastre...(anónimo) * * * * * * * * BLOG de Juan Yáñez, dedicado a la literatura

martes, 19 de diciembre de 2017

MIGUEL CANÉ (1851-1905)



                                   Se le recuerda especialmente por ser el autor de “Juvenilia”, el recordado libro de nuestra juventud.
¿Quién de los de nuestra generación y educación no ha leído este libro con el mayor cariño y emoción. Como bien sabemos fue Miguel Cané estudiante del Colegio Nacional de Buenos Aires, quien fuera su nostálgico  escenario de su libro. Actualmente el lugar es el paseo histórico de la "Manzana de las Luces"), en la época en que era un internado de varones, durante la dirección del canónigo Eusebio Agüero y como alumno del profesor francés Amadeo Jacques.
Fue sobre todo político, funcionario público, luego de graduarse de abogado, cumple su función pública con la  mejor disposición en aquellos tiempos de Sarmiento o Mitre, estructuraban la organización nacional. Fue funcionario parlamentario de fundamento. Ministro plenipotenciario en varios gobiernos extranjeros. Fue el primer decano de la Facultad de filosofía y letras. Secretario de estado como ministro del Interior y de Relaciones Exteriores.
Desempeñó muchos cargos y lo hizo con la mayor responsabilidad y vocación de servicio. Tuvo una firme aptitud para la literatura, una de las plumas más representativas de la Generación del 80 de la Literatura argentina, la más preciada de su personalidad, que cultivó  cuando le sobrara tiempo en sus ocupaciones públicas.  Fue hijo de Miguel Toribio Cané Andrade y Eufemia Casares Morales, ambos porteños, y nació en Montevideo en 1851, durante la expatriación de su familia. A los dos años de edad llegó a Buenos Aires con su familia, poco después de la caída de Juan Manuel de Rosas.

Es de destacar su excelente traducción del clásico de Shakespeare, “Enrique IV”. Murió joven, seguramente sin dar lo mejor de sus valores intelectuales y artísticos

sábado, 2 de diciembre de 2017

Jorge Luis Borges

Unas palabras sobre escritores
Jorge Luis Borges
Este gran poeta, este gran inquisidor filosófico-literario, este gran cuentista urdidor de ficciones geniales sorprende por una obra de plenitud total, que incluye un íntegro esteticismo. Nacido en Buenos Aires en 1899, fallecido en Ginebra en 1986; mostró ser un erudito de excepción. Dominaba la literatura clásica y moderna, la ciencia, la filosofía y lo mismo inquiere en lo vernáculo y en lo universal. Es probablemente el escritor más argentino entre los escritores argentinos. Nunca dejó de utilizar el pronombre de la segunda persona  “vos” y no el “tu”,  a la usanza tradicional de su país en los diálogos literarios y en los personales. Algunos lo tildaban de extranjerizante de modo suspicaz, por mostrarse como un literato puro, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y al pensamiento universal.
Galardonado con numerosos premios, Borges fue también un personaje políticamente polémico, con posturas de corte conservador (derechista) que le ganó enemigos y de igual forma fueron obstáculo para ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años.
Partiendo de esa actitud humana y estética ha elaborado una obra literaria que bien se ha comparado a un inmenso tablero de ajedrez en donde se confunden arrabales porteños (de Buenos Aires), personajes alemanes, escandinavos, o de cualquier otra nacionalidad. También encontramos en su escritura complicaciones metafísicas, guapos orilleros, angustias kafkianas, laberintos policiáticos.
El artífice de las poesías de humilde criollismo arquitecturado en una imagen universal está presente en “Fervor de Buenos Aires“; Cuaderno San Martín”; "El hacedor". Es una lírica formada de aventuras espirituales, de audacias poéticas, paradoja de originalidades formales y esenciales.
También fue ensayista: “Evaristo Carriego”, “Inquisiciones”, “Otras inquisiciones”, “El Martín Fierro”, que desparramó erudición y también dio cátedra a su generación y a los más jóvenes.
El antólogo que fijó valores y derribó fronteras de mitos y prejuicios y por sobre todo el cuentista sin par de “Historia universal de la infamia”, “Ficciones”, “El Aleph”, “La muerte y la brújula”.
Esos preciosos volúmenes de impecable dialéctica donde relucen las constelaciones de cuentos perfectos como “El hombre de la esquina rosada”, “Funes el memorioso”, “El jardín de los senderos que se bifurcan”. Borges no es un escritor como la mayoría que adquiera una habilidad y la ejerza; Borges es el caso más agudo de conciencia literaria escrupulosa.
Nadie como él ha creado un estilo tan estilístico, --son palabras de Amado Alonso-- uno en que tanto resalte la singularidad del hombre en el riguroso engranaje con que se desarrolla el ayuntamiento de las palabras en cada vocablo.
Sin lugar a dudas fue el escritor necesario para mantener el arte de la escritura en su honroso sitial.