Camilo José Cela |
El propio Camilo José Cela había ejercido de censor en 1943, según él para ganarse la vida. ¿Cómo vivió personalmente la cruel paradoja de experimentar el mordisco de la censura franquista alguien que previamente había trabajado para ese engranaje? “Pues no es fácil contestar a eso; y es indiscutible que eso fue así… , pero la característica principal de Camilo José Cela era el ser una contradicción continua, una paradoja en diferentes planos, y ese es el motivo por el que creó obras geniales. Es difícil entender tantas contradicciones en torno a una persona, por ejemplo, esa de haber sido censor y luego sufrir la censura”, explica Camilo José Cela Conde. Tanto Jorge Urrutia como Adolfo Sotelo, que firman en el libro sendos estudios sobre el autor y su obra (al igual que Darío Villanueva, Camilo José Cela Conde, Pedro Álvarez de Miranda, Eduardo Godoy, Noemí Montetes, Dru Dougherty y Amalia Barboza, además de incluirse el Censo de personajes escrito en su día por Caballero Bonald), aseguraron airados en la presentación del libro que la tarea de censor de Cela no tuvo importancia alguna y que lo esencial es su obra literaria.
Una obra, eso sí, llena de páginas zarandeadas. Y en el caso
de La colmena, un ejemplo de cómo el banal pasado puede atrapar a un escritor
genial.
Camilo José Cela: el rostro oculto de un premio nobel
Cristóbal García Vera
Rebelión
Tras la muerte de Camilo José Cela, el 17 de enero del año 2002, los
medios de comunicación españoles reprodujeron y ampliaron una auténtica
avalancha de elogios sobre la obra y la vida del académico de la lengua y
premio Nobel de literatura. No podía ser de otro modo. Es una vieja tradición
española demostrar el respeto por los difuntos - o al menos por algunos-
resaltando sus bondades e intentando olvidar sus defectos. Aún así, resulta
especialmente reveladora la amnesia colectiva que afectó a políticos,
periodistas, eclesiásticos, escritores y editores a la hora de enjuiciar la trayectoria
del escritor gallego. Entre sus colegas - con algunas excepciones como la del
catalán Juan Marsé - los reconocimientos fueron generales.
En el área editorial esta unánime devoción fue rota tan solo
por la aparición de una biografía que bajo el título "Desmontando a
Cela"(Ediciones Libertarias) vino a constituir un solitario contrapunto en
ese bosque de cumplidos y bombos mutuos en el que, a menudo, se convierte la
investigación periodística española. Tomas García Yebra, el autor de este
magnífico trabajo, traza una semblanza de Cela en la que se ponen al
descubierto facetas de su recorrido personal y literario que habían permanecido
oportunamente encubiertas tras el brillo de los premios y los honores
institucionales.
Y es que, Don Camilo fue lo que suele reconocerse en nuestra
sociedad como un "hombre de éxito": prestigioso y cotizadísimo
novelista, articulista sin precio y dueño de un millonario patrimonio.
Frecuentó a ministros - Federico Trillo fue el padrino en su boda con la periodista
Marina Castaño- e incluso llegó a ejercer brevemente como senador gracias al
democrático dedo de Juan Carlos I. Sin duda, esta consagrada posición social
influyó decisivamente en la edulcorada imagen que se fabricó de él para su
consumo popular: La de un genial escritor, íntegro aunque algo mal hablado y
con un carácter difícil.
Así pues, no es extraño que los últimos descubrimientos
sobre el personaje hayan sido acogidos por muchos con cierta sorpresa. Muy
recientemente, el diario londinense The Guardian acusaba a Cela - basándose en
unos documentos descubiertos por el historiador Pere Ysàs- de haber sido espía
de la dictadura franquista y delator de otros escritores e intelectuales
durante la década de los sesenta. Un viejo informe del Ministerio de Información
ha desvelado que Camilo José Cela no se conformaba con denunciar a sus
compañeros; sino que se permitía sugerir a los jerarcas del régimen - en ese
caso concreto a Manuel Fraga- que utilizaran el soborno como procedimiento para
"recuperar" a los intelectuales disidentes con convicciones menos
arraigadas. En realidad, esta sucia y hasta ahora ignorada historia encaja a la
perfección con la calidad humana del difunto marqués. Nos brinda, por tanto,
una magnífica oportunidad para recordar quién fue realmente este aclamado
"prohombre" al que,
aún hoy, recuerdan con veneración en ciertos círculos
supuestamente progresistas.
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