Fermín Estrella Gutierrez, junto a Alfonsina Storni (1922) es.wikipedia.org
Fermín Estrella Gutierrez (Almería, 1900 -
Buenos Aires, 1990) Poeta, narrador y ensayista argentino. Se dio a conocer a
con el poemario titulado El cántaro de plata (1924), obra de estética
romántica (en un momento de novedades vanguardistas) caracterizada por su hondo
lirismo y su tenue melancolía. Al año siguiente publicó un nuevo volumen de
versos, Canciones de la tarde(1925), al que siguió, en el curso de aquel
mismo año, su tercer poemario, titulado La ofrenda (1925).
Posteriormente, incrementó su obra lírica con nuevos títulos como Los
caminos del mundo (1929), La niña de la rosa (1931), Destierro (1935)
y La llama (1941), hasta que, ya consagrado como uno de los poetas
argentinos más célebres, fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía por
su obra tituladaSonetos a la soledad del hombre (1949).
Tras un largo
paréntesis, ofreció una selección de sus mejores composiciones bajo el título
de Antología poética (1963), para volver, al cabo de cuatro años, con
una nueva entrega lírica titulada Sonetos del cielo y de la tierra (1967).
Fue miembro de número de la Academia Argentina de Letras, de la de Ciencias y
de la Academia de Rubén Darío. En su faceta de prosista, dio a la imprenta los
relatos breves deMemorias de un estanciero y otros cuentos (1949). De sus textos
ensayísticos destacan Panorama sintético de la literatura argentina (1938), San
Martín: Páginas escogidas sobre el Héroe (1950), Arturo Capdevila(1962)
y Recuerdos de la vida literaria (1966),
Tomado de: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/estrella.htm
Desde La Niebla – Fermín Estrella
Gutiérrez
SONETO
A LA ALEGRIA DE VIVIR
No se
razona, no se piensa en nada,
Su
surtidor tan sólo, la Alegría,
Abrir
los ojos, saludar al día,
El
alma ebria de cielo, enajenada.
Sentir
la tierra vegetal, mojada,
Los
pájaros, el mar, la lluvia fría,
Sentir
que toda la belleza es mía
Que
es mío el mundo y mía esta jornada.
Sentir
la vida como un don del cielo
Sin
dolores, sin ansias, pura y fuerte,
Vivir,
sólo vivir, qué hermoso anhelo.
Confiar
en el destino y en la suerte
Y
libre de quebrantos y recelo
No
temerle a la vida ni a la muerte.
SONETO
DEL CAMPO
Este
es el campo que adoré en mi vida,
Los
árboles, el cielo, la distancia,
Los
pastos, el ganado, la fragancia,
La
soledad, la tarde adormecida.
Próxima
ya la hora de partida
Vuelvo
a vivir el campo de mi infancia,
Las
faenas viriles de la estancia,
El
tiempo que se fue, la fe perdida.
Todo
pasa y se va, todo se esfuma
Infancia,
juventud, la vida entera,
Todo
vuelve a vivir, ola y espuma.
Las
nubes pasan en veloz carrera,
El
dolor de vivir ya no me abruma,
Sólo
el campo es mi patria verdadera.
SONETO
PARA UN FUTURO LECTOR
Tú,
lector o lectora, que has posado
Tus
ojos en la página amarilla;
Del
tiempo me aventuro hacia la orilla,
Fiel
a mi canto, dócil al llamado.
Tú
que ríes aún, tú que has andado
Tras
la ilusión que se te escapa y brilla,
Tú
que hueles la noche y la gramilla,
Tú
que puedes besar el rostro amado.
Piensa
lo que ahora soy, ceniza y nada,
Sólo
una leve sombra proyectada
Sobre
tu alma que me busca ansiosa.
Yo
fui joven, feliz, amé la vida.
Hoy
te tiende mi mano conmovida
Sobre
el viejo papel la tierna rosa.
SONETO
DEL AMANECER
Ya
sale el sol, rojiza, incierta lumbre,
Ya la
noche se aleja, paso a paso,
Ya el
cielo se abre, lámpara de raso,
Para
que a todos con amor alumbre.
Baja
la claridad desde la cumbre,
Todo
empieza a vivir, éste es el caso,
¿Es
esta luz, del alba o del ocaso?
¿Vuelve
el día con gozo o pesadumbre?
Un
día más, un esperar incierto,
No te
detengas, toma tu camino,
Mira
cuántas banderas en el puerto.
¿Qué
te traerá este día, peregrino?
No
mires hacia atrás, todo está muerto,
Y
nace con el día, ése es tu sino.
Selección: Diego
Ruggeri “Árbol”
librosdelarbol@yahoo.com.ar
PROFESOR FERMIN ESTRELLA GUTIERREZ
(Relatos por Juan Yáñez)
Fue mi profesor de castellano en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, en primer año.
En esa misma institución, él se había graduado
de profesor, con mérito suficiente para que se le otorgara la Medalla de Oro,
reconocimiento que en su época, se les otorgaba al primero de su promoción.
Agrego como dato anecdótico, que Julio
Cortazar, el escritor, se graduó también
en la misma escuela, aunque mas tarde y es probable que hayan coincidido en el mismo
tiempo y espacio. Estrella Gutiérrez, como profesor y Cortazar como alumno.
Nos desarrolló,
el profesor, el interés por la literatura, en
particular por la hispana; la que
amaba apasionadamente.
Aún recuerdo su figura, un rostro lleno de bondad, unos lentes sin montura, el traje gris, el
hablar pausado y su discurso. Llegaba al salón, nos saludaba y de inmediato se hacía un
silencio en que solo cabía el respeto y la consideración. Arrimaba una silla, que colocaba muy próxima a
los primeros pupitres, se sentaba y luego de repasar los lentes con el
pañuelo, comenzaba a leernos y comentar lo leído.
Viene a
mi mente cuando nos leyó El Cantar del Mío Cid. Nos transmitía el entusiasmo que despertaba en él ese bastión
épico hispano.
En
sus clases no se oía el “zumbar de una mosca”, todos los alumnos, hasta
aquellos que se sentaban atrás, a los que nada les interesaba, y estaban siempre pendientes de
la guasa y el desorden, lo escuchaban
absortos.
Si nos enseñó gramática, ya la olvidamos, la que no podemos olvidar fue su interesante personalidad. Tenía
la sencillez de los grandes y una presencia
calificada y auténtica. Nunca necesitó de la disciplina, a pesar de que
éramos muy revoltosos
Cuando viví en Hamburgo, Alemania, ávido de
leer en castellano, visité una librería, que tenía libros en español. Con
sorpresa y agrado, allí hallé y compré un libro del recordado profesor. Corría
el año 1973.
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