Planeta Tierra año 2300
El mundo recibía al nuevo siglo con
una nueva esperanza, ya hacían 300 años que el milenio había comenzado. Fueron
años, siglos, que llevaron al hombre a comprender su lugar. Su vida fue
cambiando, la ciencia le fue brindando bienestar, comprendieron después de
dolorosas experiencias que su planeta era la única casa que tenían.
Habían llegado a la Luna , para vivir en ella, su
espíritu de conquista lo llevo a crear un
ambiente, donde podría vivir con grandes sacrificios, las barreras
ideológicas y políticas cayeron definitivamente, el mundo se unifico bajo el
manto del respeto y la tolerancia, la codicia desmedida, el consumismo ya no
existía.
El hombre había
conseguido la Paz ,
y esa Paz la llevo a las estrellas. Habían comprobado, con dolor, que eran los
únicos, en esa pequeña porción de la galaxia, supieron de otras razas, pero
estaban tan lejanas, que le demostraba aun más su soledad.
Con la Luna conquistada, miraron mas
allá, Primero fue Marte, lo colonizaron, después un pequeño grupo conquisto el
satélite Joviano, Europa.
Y así fueron
naciendo los nuevos extraterrestres, Los Selenitas, Los Marcianos, Los
Europeanos, las nuevas generaciones de Selenitas, jamas podrían visitar, el
planeta madre de sus padres, la gravedad se lo impedía, lo mismo sucedía con
los Europeanos. Los marcianos, eran los más adaptables.
La gran estación en
órbita se transformo en un gran cetro turístico y científico, el hombre había
luchado para lograrlo.
Las hambrunas
fueron cosas del pasado, quedaban como un trágico ejemplo, El hombre emprendió
duras batallas contra las enfermedades, y fue ganado cada una de ellas.
El promedio de vida
del hombre había superado los 170 años, lo que siempre fue un sueño, lo hizo
realidad, la muerte su ultima batalla y también la ganó. Pero, embriagado con
sus propias conquistas había olvidado algo.
El mundo era un edén, no existía la
lucha despiadada para sobrevivir, no existían las carencias, materiales, el
hombre comenzó a perder el incentivo, el lograr un objetivo, todo estaba a su
alcance. Eso lo llevo a olvidar la necesidad, olvido el dolor, el sufrimiento.
Dios, había
castigado al hombre con el dolor, con la lucha, con la muerte y el hombre
recupero lo que creyó que Dios le había quitado.
Nunca penso que ese
castigo de Dios, era para el hombre una bendición. Le dio al hombre la
conciencia de su propia muerte y ahora la había perdido.
Doris y Michel, vivían a las
afueras de la gran ciudad, llevaban 95 años juntos, habían formado una gran familia,
seis hijos, cuatro de ellos vivían en la Tierra. Siempre
estaban rodeados con sus nietos bisnietos, bisnietos, tataranietos y tatata...
Llevaban una vida
cómoda y saludable, sus hijos, los hijos de sus hijos, gracias a los grandes
cambios cultivaban la unión familiar.
Pero algo les
faltaba, aun con sus años a cuestas, su vida era rutinaria.
El nuevo siglo
trajo algo, que llevo a los dirigentes a reflexionar, ancianos, y no tan
ancianos comenzaron a poner fin a sus vidas, la soledad de una vida sin incentivos,
de una eternidad doliente, los llevo a conocer en la satisfacción de la muerte
algo nuevo.
Buscaban en drogas,
el dolor, la tristeza, el sufrimiento, pero solo duraba un instante.
Entonces los
dirigentes crearon leyes como una solución, decidieron quien y cuando morir.
La noticia fue
tomada con beneplácito, por los mas ancianos.
Michel, sin decir
nada a sus hijos, averiguo todo sobre las resoluciones, y esa noche hablo con
su esposa.
Y tomaron la
decisión.
El gobierno había decretado, que todas
aquellas personas mayores de 120 años podían poner fin a su vida. Se crearon
parques, donde podían ser sepultados según la costumbre o religión, o ser
cremados y sus cenizas esparcidas en el mar o en el espacio. Todo se hacia
abajo las más estrictas normas de salubridad. También decidía quien recibiría
la pastilla, para morir en paz, sin dolor, sin sufrimiento.
Michel lleno los
formularios y espero.
Pasaron los días y
la notificación llego, solo recibirían una sola dosis. Michel protestó pero la
otra dosis le fue negada, tendría que esperar otro año más.
Estaban cenando, y
ella le hablo, su voz estaba llena de dulzura y comprensión.
_ Querido,...
Quiero que tú tomes la pastilla. _ Él la miro, y vio en esos ojos la tristeza,
peor no por la muerte de él o por la soledad que debía enfrentar. Tristeza por
seguir con vida, la amaba todavía, como hacia mas de un siglo, ese amor nunca
se había apagado, pero en esa muerte programada estaba lo que Dios les había
prometido y el hombre con su arrogancia le había quitado.
Michel no contesto,
al día siguiente fue a buscar la pastilla.
Cenaron como de
costumbre y cuando estaban sentados le dijo.
_ Mi amor tu sabes
todo lo grande que es mi amor, quiero que seas tu,... solo es un año, sabré
vivir sin ti, piensa que pronto estaremos otra vez juntos.
Doris no dijo nada,
estuvo en silencio, al cabo de unos minutos, le tomo de las manos y con ternura
le dijo.
_ Si tú lo quieres,
lo haré, pero con una condición.
Michel la miro
interrogante y contesto con cierto temor.
Ella sonriendo,
mirándolo con sus ojos cargados de años y llenos de amor, había felicidad, no
tristeza lo beso y le dijo.
_ Quiero morir en
casa, junto a ti.
Michel la abrazó,
después de un rato se levantó. Ella lo detuvo.
_ Sé donde vas, ya
la tome. _ Michel la miro sorprendido y en silencio.
Ambos se acostaron.
Estaban abrazados,
sus cuerpos juntos, no era necesarias las palabras, ella recostó su cabeza en
el pecho de él, y así se quedaron, ella con ternura le dijo.
_ Te amo, siempre
te ame, me iré escuchando las palabras que están en tu corazón. _ El solo
susurro.
_ Yo también te
amo, siempre te he amado nadie fue mas que tu, ni siquiera yo.
Se quedaron en
silencio, Michel no sintió la tristeza que antecede a una muerte esperada,
sintió pena por no estar juntos en ese paso sublime y eterno, sintió como el
cuerpo de ella entraba por la misteriosa puerta negada por el hombre, y sintió
él ultimo regalo de amor que ella le entregaba, su ultimo aliento que lo
llevaría al reencuentro.
Estaban todos sus hijos nietos
bisnietos, tataranietos, en la verde colina, el féretro bajo con la lentitud de
la larga despedida, solo hubo palabras grabadas, programadas, Michel se agacho
tomo un poco de tierra le dio un beso y la lanzo a las fauces abiertas e
insaciables de la tierra, su beso la acompañaría.
Las más pequeñas de
sus nietas le pido que la alzara, Michel
la levanto, la pequeña miro la cara de su abuelo con curiosidad y le pregunto.
_ Abu, ¿qué es eso
que tienes en la cara?.
Michel sonrío con
tristeza y le contesto.
_ Una lagrima
_ ¿...............?
FIN
Antonio Pilara 02/09/00