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Año I – Nº 6
Ciudad de Buenos Aires, agosto de
2011
LOS HIJOS: BASE DE LA RECUPERACIÓN
ECONÓMICA
Las estadísticas sobre la población en los
países occidentales, especialmente en aquellos que se podrían denominar
“desarrollados” o “maduros”, como Estados Unidos y los que integran la Europa de los 20, muestran
que la franja de población con una edad por encima de los sesenta años continúa
en constante crecimiento.
Esa cantidad de personas representa alrededor
de un veinticinco por ciento del total. En cambio, en los países emergentes no
alcanza a un décimo. Ya es notable que no resultan sostenibles los costos de
esta tendencia.
De hecho, podría considerarse que el verdadero
origen de la actual crisis económica es el envejecimiento de la población. Los
pronósticos para el decenio próximo, sustentados en un objetivo análisis de la
realidad, ponen de manifiesto que sus efectos corren el riesgo de ser
insoportables, dado que el porcentaje de personas que emigran del sector
productivo es cada vez mayor y se convertirá en un costo fijo imposible de
absorber y ser sostenido por quienes trabajan.
Más aún, cada vez entran menos personas en el
ciclo productivo, y lo hacen muy lentamente, cuando lo consiguen; no nos
detenemos a considerar los cambios que ha sufrido el concepto de ocupación,
generalizado hasta no hace mucho tiempo.
De modo que los jóvenes no podrán mantener los
costos que genera una población cada vez más anciana; además de ser cada vez
menos quizás podrían preguntarse por qué deberían hacerlo, en especial si son
inmigrantes.
Relacionado con el envejecimiento de la
población se puede señalar otro fenómeno: el cambio de la estructura del
consumo. Podríamos decir esquemáticamente que hay mayor venta de medicamentos
que compra de artefactos domésticos.
Asimismo, cambia continuamente el ciclo de
producción del ahorro. Actualmente disminuye y está destinado a desplomarse a
causa de la drástica reducción de los ingresos y la necesidad de sostener el
consumo.
Ante esta cruda realidad no se puede soslayar
- más aún, es ineludible - considerar la temática de los nacimientos junto con
el envejecimiento de la población.
La planificación de estrategias para sostener a
las familias ayudándolas a cumplir su fin natural, es decir, la procreación y
educación de los hijos, es una tarea impostergable; desentenderse causaría un
daño irreparable a la sociedad. Sólo así se iniciaría una verdadera
recuperación económica.
Hace treinta años una familia en la que
ingresaba un solo salario ganaba más que una similar de hoy con dos salarios.
El resultado de esta situación ha sido el constante incremento de los impuestos
sobre el producto bruto interno. Para hacer frente a las consecuencias del
envejecimiento humano y debido a la caída de los nacimientos, en dicho período,
los impuestos se duplicaron.
Invertir en las familias y en sus hijos ha de
constituirse en una política de estado que deben llevara cabo los gobiernos de
los distintos países para generar un rápido
crecimiento y promover el desarrollo económico y social, reactivando factores tales
como la producción, el aumento de la demanda, las inversiones y el ahorro.
De esta manera las personas ancianas serían,
no sólo soportadas, como ocurre hoy, sino más aceptadas y felices.
La misma naturaleza enseña que si el hombre y
la mujer no engendran hijos, es bastante difícil que cuando envejezcan alguien
se ocupe de ellos. La subsidiaria intervención del estado en estas situaciones
se realiza a costos altísimos y siempre constituye un mero paliativo.
CARLOS ANTONIO GASPARRI
Fuentes bibliográficas
Ettore Gotti Tedeschi. L’Osservatore
Romano, Año XLIII Nº 30