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CON LOS LIBROS, PARA LOS LIBROS, POR LOS LIBROS. si tu intención es escribir, hazlo con sencillez y claridad; la elegancia déjasela al sastre...(anónimo) * * * * * * * * BLOG de Juan Yáñez, dedicado a la literatura

domingo, 26 de febrero de 2012

El Legado de Dios



Antonio Pilara 
vejezyvida.com

             Planeta Tierra año 2300   

             El mundo recibía al nuevo siglo con una nueva esperanza, ya hacían 300 años que el milenio había comenzado. Fueron años, siglos, que llevaron al hombre a comprender su lugar. Su vida fue cambiando, la ciencia le fue brindando bienestar, comprendieron después de dolorosas experiencias que su planeta era la única casa que tenían.
             Habían llegado a la Luna, para vivir en ella, su espíritu de conquista lo llevo a crear un  ambiente, donde podría vivir con grandes sacrificios, las barreras ideológicas y políticas cayeron definitivamente, el mundo se unifico bajo el manto del respeto y la tolerancia, la codicia desmedida, el consumismo ya no existía.
El hombre había conseguido la Paz, y esa Paz la llevo a las estrellas. Habían comprobado, con dolor, que eran los únicos, en esa pequeña porción de la galaxia, supieron de otras razas, pero estaban tan lejanas, que le demostraba aun más su soledad.
             Con la Luna conquistada, miraron mas allá, Primero fue Marte, lo colonizaron, después un pequeño grupo conquisto el satélite Joviano, Europa.
Y así fueron naciendo los nuevos extraterrestres, Los Selenitas, Los Marcianos, Los Europeanos, las nuevas generaciones de Selenitas, jamas podrían visitar, el planeta madre de sus padres, la gravedad se lo impedía, lo mismo sucedía con los Europeanos. Los marcianos, eran los más adaptables.
La gran estación en órbita se transformo en un gran cetro turístico y científico, el hombre había luchado para lograrlo.
Las hambrunas fueron cosas del pasado, quedaban como un trágico ejemplo, El hombre emprendió duras batallas contra las enfermedades, y fue ganado cada una de ellas.
El promedio de vida del hombre había superado los 170 años, lo que siempre fue un sueño, lo hizo realidad, la muerte su ultima batalla y también la ganó. Pero, embriagado con sus propias conquistas había olvidado algo.
             El mundo era un edén, no existía la lucha despiadada para sobrevivir, no existían las carencias, materiales, el hombre comenzó a perder el incentivo, el lograr un objetivo, todo estaba a su alcance. Eso lo llevo a olvidar la necesidad, olvido el dolor, el sufrimiento.
Dios, había castigado al hombre con el dolor, con la lucha, con la muerte y el hombre recupero lo que creyó que Dios le había quitado.
Nunca penso que ese castigo de Dios, era para el hombre una bendición. Le dio al hombre la conciencia de su propia muerte y ahora la había perdido.
             Doris y Michel, vivían a las afueras de la gran ciudad, llevaban 95 años juntos, habían formado una gran familia, seis hijos, cuatro de ellos vivían en la Tierra. Siempre estaban rodeados con sus nietos bisnietos, bisnietos, tataranietos y tatata...
Llevaban una vida cómoda y saludable, sus hijos, los hijos de sus hijos, gracias a los grandes cambios cultivaban la unión familiar.
Pero algo les faltaba, aun con sus años a cuestas, su vida era rutinaria.
El nuevo siglo trajo algo, que llevo a los dirigentes a reflexionar, ancianos, y no tan ancianos comenzaron a poner fin a sus vidas, la soledad de una vida sin incentivos, de una eternidad doliente, los llevo a conocer en la satisfacción de la muerte algo nuevo.
Buscaban en drogas, el dolor, la tristeza, el sufrimiento, pero solo duraba un instante.
Entonces los dirigentes crearon leyes como una solución, decidieron quien y cuando morir.
La noticia fue tomada con beneplácito, por los mas ancianos.
Michel, sin decir nada a sus hijos, averiguo todo sobre las resoluciones, y esa noche hablo con su esposa.
Y tomaron la decisión.  
             El gobierno había decretado, que todas aquellas personas mayores de 120 años podían poner fin a su vida. Se crearon parques, donde podían ser sepultados según la costumbre o religión, o ser cremados y sus cenizas esparcidas en el mar o en el espacio. Todo se hacia abajo las más estrictas normas de salubridad. También decidía quien recibiría la pastilla, para morir en paz, sin dolor, sin sufrimiento.
Michel lleno los formularios y espero.
Pasaron los días y la notificación llego, solo recibirían una sola dosis. Michel protestó pero la otra dosis le fue negada, tendría que esperar otro año más.
Estaban cenando, y ella le hablo, su voz estaba llena de dulzura y comprensión.
_ Querido,... Quiero que tú tomes la pastilla. _ Él la miro, y vio en esos ojos la tristeza, peor no por la muerte de él o por la soledad que debía enfrentar. Tristeza por seguir con vida, la amaba todavía, como hacia mas de un siglo, ese amor nunca se había apagado, pero en esa muerte programada estaba lo que Dios les había prometido y el hombre con su arrogancia le había quitado.
Michel no contesto, al día siguiente fue a buscar la pastilla.
Cenaron como de costumbre y cuando estaban sentados le dijo.
_ Mi amor tu sabes todo lo grande que es mi amor, quiero que seas tu,... solo es un año, sabré vivir sin ti, piensa que pronto estaremos otra vez juntos.
Doris no dijo nada, estuvo en silencio, al cabo de unos minutos, le tomo de las manos y con ternura le dijo.
_ Si tú lo quieres, lo haré, pero con una condición.
Michel la miro interrogante y contesto con cierto temor.
Ella sonriendo, mirándolo con sus ojos cargados de años y llenos de amor, había felicidad, no tristeza lo beso y le dijo.
_ Quiero morir en casa, junto a ti.
Michel la abrazó, después de un rato se levantó. Ella lo detuvo.
_ Sé donde vas, ya la tome. _ Michel la miro sorprendido y en silencio.
Ambos se acostaron.
Estaban abrazados, sus cuerpos juntos, no era necesarias las palabras, ella recostó su cabeza en el pecho de él, y así se quedaron, ella con ternura le dijo.
_ Te amo, siempre te ame, me iré escuchando las palabras que están en tu corazón. _ El solo susurro.
_ Yo también te amo, siempre te he amado nadie fue mas que tu, ni siquiera yo.
Se quedaron en silencio, Michel no sintió la tristeza que antecede a una muerte esperada, sintió pena por no estar juntos en ese paso sublime y eterno, sintió como el cuerpo de ella entraba por la misteriosa puerta negada por el hombre, y sintió él ultimo regalo de amor que ella le entregaba, su ultimo aliento que lo llevaría al reencuentro.

             Estaban todos sus hijos nietos bisnietos, tataranietos, en la verde colina, el féretro bajo con la lentitud de la larga despedida, solo hubo palabras grabadas, programadas, Michel se agacho tomo un poco de tierra le dio un beso y la lanzo a las fauces abiertas e insaciables de la tierra, su beso la acompañaría.
Las más pequeñas de sus  nietas le pido que la alzara, Michel la levanto, la pequeña miro la cara de su abuelo con curiosidad y le pregunto.
_ Abu, ¿qué es eso que tienes en la cara?.
Michel sonrío con tristeza y le contesto.
_ Una lagrima
_ ¿...............?
FIN 
                                                                  Antonio Pilara  02/09/00